Crítica Videoclub: Point Break (Punto de Quiebra)

Puntuación: 7.5

Me animé a ver esta película porque su directora, Kathryn Bigelow, está sonando muchísimo por su última producción, The Hurt Locker. Y si acaso al menos mantiene el nivel de tensión y ritmo de esta, estamos ante una de las mejores películas de acción del año.

Porque Point Break es puro entretenimiento, pero con una dirección de grandísima calidad de la ex-esposa de James Cameron (que aquí funge como productor Ejecutivo y que también su mano se nota en la producción).

La historia es simple: un joven y talentoso recluta (Keanu Reeves) ingresa a la policía de Los Ángeles para intentar dar lo mejor de si y se topa con el caso de una banda asalta bancos vestidos de antiguos presidentes de EU (la analogía de robo al pueblo está servida). La trama está bien estructurada con un ritmo constante, pero no se puede negar el estilo de simple distracción  que emana el guión.

Pero lo que hace esta película son dos cosas. La primera, su montaje. Una lección de ritmo y narración donde no se tiene que fastidiar con planos cada 3 segundos para mantener al espectador mareado sino que se da su tiempo para mostrar lo que está pasando (siempre muy interesante) y con transiciones exactas hacía los ángulos que realmente importan.

Y la otra, la dirección de Bigelow es precisa y contundente, con unos preciosos planos secuencias (sobretodo al momento en la introducción de sus personajes) para que los protagonistas se luzcan como merecen. Las escenas de acción son realmente impactantes (incluso para ser de 1991 me asombró) donde la diferencia entre efectos visuales y filmación real se diluye.

El espíritu de la cinta es otro de los aspectos que más me agrado, personificado por una bestia en estado de gracia que es el difunto Patrick Swayze en probablemente la mejor película de su carrera. Carismático, con garra, con pasión, su personaje es la representación de la libertad que este mundo opresor nos tiene amarrado. Y el surf su vía de escape. Un león que morirá si es enjaulado pero que vivirá para siempre entre su única amante que es el océano y poder complacerse en sus curvas en las más grande olas.

Probablemente este mismo espíritu, enfatizado con su fotografía con tonalidades celestes y cálidas, sea el mayor reproche que le pueden achacar al film, pero al contario, su discurso de libertad motiva a desprendernos de cualquier barrera o prejuicio que tengamos acerca de tener una existencia al muy puro estilo del romanticismo alemán.

“New age” y acción combinados por la destreza de una directora que buscaba un lugar en un negocio dominado por los hombres. En la próxima edición de los Oscars, ganando el premio a Mejor Director, lo habrá demostrado, como ya lo empezó a hacer casi 20 años atrás.